Han pasado ya más de 15 días desde que asistí a Personal Branding, Primer Encuentro de Gestión de la Marca Personal, y no quiero dejar de escribir sobre algo que me impactó realmente.
Porque ese es el motivo por el que algunos escribimos un blog, antes que para comunicarnos, para dejar escritas algunas cosas que en el momento de hacerlo nos parecen importantes.
En esas jornadas, organizadas por Mónica Deza, profesional de los medios de comunicación, la publicidad y el marketing, hubo de todo alrededor de este tema del que tanto se habla ahora: la marca personal.
Oímos hablar sobre cómo crear madera de líder, ser un buen portavoz, gestionar nuestra imagen virtual, el branding personal en momentos clave, los valores en el Personal Branding, etc.
Pero me impactó por encima de todas las demás, la primera de las ponencias, la deAndrés Pérez Ortega, con un título mucho más sencillo –Marca Personal– pero con una profundidad mucho mayor. A diferencia del resto de las ponencias, mucho más técnicas e instrumentales, Andrés Pérez Ortega dio una conferencia que hablaba del concepto, su origen y la filosofía que lo sustenta; y que planteaba como pensamiento central algo esencial: la importancia del individuo frente a la sociedad, del profesional frente a la empresa. Así lo expresaba yo en este blog cuando decía «Creo en las personas por encima de las organizaciones, y en el individuo por encima de la sociedad. Me aterra la coartada de “lo social” que el poder político exhibe con frecuencia frente a la libertad personal del individuo«.
Inmediatamente después nos habló de qué es un producto de marca blanca: un producto homogéneo, sustituible y barato. Cuando yo pensaba en leche, pastas, arroz, legumbres o en las galletas que acababa de comer, nos advirtió del riesgo de convertirnos en profesionales de marca blanca, homogéneos, sustituibles y baratos. En cuyo caso, añadió, no pasaremos la barrera de los 45 años; trabajando, se entiende. Y uno se pone a pensar, claro, mientras intenta que no le cristalicen las galletas con la leche en el duodeno.
¿Y quiénes no son profesionales de marca blanca, los que tienen por tanto marca propia? Pues muy poquitos, los que Andrés denomina «las tres es»: estrellas, especiales y espaciales.
1. Los profesionales estrella son aquellos que están por encima del bien y del mal (del mercado de trabajo). Puso como ejemplo a Cristiano Ronaldo. Yo hubiera preferido a alguien con estudios, pero eso son las filias y fobias de cada cual; se entendió perfectamente.
2. Los profesionales especiales son aquellos imprescindibles, necesarios y, sobre todo, relevantes. O dicho de otra manera, aquellos útiles, fiables y visibles; las referencias de sus respectivos sectores.
3. Los trabajadores espaciales, aquellos cuya presencia física los hace no sustituibles en la distancia, no nos pueden dar el servicio que ellos prestan desde China o la India. Se entiende que este es, por ejemplo, tu peluquero, el que trabaja en un restaurante o regenta una guardería.
Así que, no siendo yo Ronaldo ni mi peluquero, sólo me quedan 10 años para hacerme útil, fiable y visible, si quiero no pasarme un buen porrón de lunes de mi vida al sol. Porque llegar a los 45 años como empleado (sinónimo de usado y utilizado) no parece la mejor opción.
He leído con detenimiento, por si me puede ser de utilidad, el manifiesto de Andrés, y de nuevo veo un manojo de reflexiones de gran interés que recomiendo leer. Espero que mi amigo Tomás Marcos nos presente muy pronto (allí no pudo ser) y podamos seguir reflexionando sobre estos temas que llevan ocupando a Andrés sus últimos años.
Pienso también cuánto le queda al Personal Branding para ser entendido como corresponde, para asimilar que una marca personal no tiene ningún interés si no añade valor, si no ofrece algo a los demás, en donde reside la verdadera fuerza de la propia marca. Lo digo porque me pareció ver gente que esperaba una poción mágica de unos polvitos de habraseusteunacuentaenfacebook, unas gotas de twitterpuedeayudartemucho y un golpecito de compratupropiodominiopersonal, para salir de allí como nunca antes se les había conocido: como profesionales relevantes.
Por cierto, fue en este evento donde Pilar Zandueta, Subdirectora de Marketing de Hedonai (una cadena de centros médico-estéticos cuya dirección de marketing es habitada por gente con mucho sentido común), me hizo saber que leía mi blog. Tras experimentar una cierta sensación de satisfacción, pensé que quizás no sólo escribo para mí y que en el fondo también espero ser leído.
Y acabo el post como lo hizo Andrés Pérez Ortega con su ponencia. La perla es de Scott Ginsberg:
«No necesitas ser grande para empezar, pero necesitas empezar para ser grande».
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10 mayo, 2010 at 14:18
Hola Jorge,
Muchas gracias por el post y sobre todo por haber entendido perfectamente el fondo del asunto. No te creas que es demasiado frecuente…
Y en cuanto a lo de conocernos, ya te digo que no hace falta que nos presente nuestro común amigo Tomás. Con esto ya estamos más que presentados y solo falta quedar para tomarnos un café.
10 mayo, 2010 at 23:32
Te contacto por mail en unos días. Un abrazo y muchas gracias.
11 mayo, 2010 at 9:52
El otro día oí en una conferencia el siguiente diálogo:
«-…¿y que hay que hacer para conseguir una buena reputación?
-pues merecersela»
11 mayo, 2010 at 11:25
Efectivamente, y luego trabajar para hacerla notoria. Es ese el paso del que tengo la sensación de que a veces pensamos que nos lo podemos saltar.