El gran reto de la distribución y la logística es la denominada ‘last mile’ o ‘última milla’, el último eslabón en la cadena de distribución. La última milla es el momento de la verdad. Es cuando hay que entregar, es cuando acaba el proceso, es cuando generamos una sensación, una emoción y una huella.

La última milla es el momento de la verdad. Es cuando cuando acaba el proceso, es cuando generamos una sensación, una emoción y una huella.

Puede no ser lo esperado, puede no llegar en el momento adecuado, puede no estar en casa el destinatario…

Y ese reto, el de llegar hasta el final en condiciones óptimas en las relaciones personales –estando a la altura de las circunstancias que se presenten– es lo que he decidido llamar el reto de la última milla en la relación personal y profesional.

Hay ciertas tipologías de “incidencias” en esas relaciones personales y profesionales a las que tenemos que prestar atención y que yo agruparía en seis:

1. Tras la tempestad viene la calma… o el apagón.

A menudo, como en las compras por impulso, una gran pasión nos mueve en nuestra relación con terceros. Pasado ese primer momento de euforia, las cosas vuelven a la normalidad o, lo que es peor, a la decepción.

A menudo, una gran pasión nos mueve en nuestra relación con terceros. Pasado ese primer momento de euforia, las cosas vuelven a la normalidad o, lo que es peor, a la decepción.

Es cuando contactas urgentemente con un compañero tuyo vía LinkedIn o con un amigo vía WhatsApp preso del pánico o la urgencia del momento. Digamos que tienes una necesidad vital.

Pero por el camino, esa necesidad quedó cubierta por un tercero o fue resuelta de otro modo. Y entonces ya ni contestas. Vamos, que ni las gracias al esfuerzo posterior del otro.

2. Ni pagado ni agradecido.

Reconócelo. Tienes ángeles de la guarda. Esos con quien siempre puedes contar cuando lo necesitas. En lo personal y en lo profesional. Y los ángeles de la guarda son invisibles. Invisibles para ti, porque cuántos otros los desearían. Si un día te dijeran: “son 2.000 euros” entonces repararías en su valor, pero como siempre están dispuestos a ayudarte porque sois muy amigos, o tú muy aprovechado, o él muy generoso, pues nada, ni agradecido.

Tienes ángeles de la guarda. En lo personal y en lo profesional. Pero se han vuelto invisibles a tus desagradecidos ojos.

Cabe que seas un aprovechado, pero lo más probable es que seas sólo un inconsciente. Y la inconsciencia, el entender que tienes derecho a ello, te convierte en un desagradecido.

3. Dame diez, quítame una y como si no me hubieras dado ninguna.

¿Eres de esos a los que les dan diez oportunidades por cada una que no pudo ser y te quedas con el ceño fruncido por esta última? Algo estás metabolizando mal y, sobre todo, menuda gana de hacer por ti un esfuerzo con un resultado de 9 satisfactorios sobre 10 y que te quedes con ese cara de acelga.

¿Eres de esos a los que les dan diez oportunidades por cada una que no pudo ser y te quedas con el ceño fruncido por esta última?

4. No quiero que me recuerdes que me ayudaste.

Hay otra interesante tipología de sujetos que fueron ayudados y que, una vez superado el bache, reniegan de su pasado y de quien entonces les ayudó. El que ayudó se convierte en una incómoda baliza que recuerda un pasado igualmente incómodo o decadente, y es mejor hacer como que nada de aquello pasó.

Hay sujetos que fueron ayudados y que, una vez superado el bache, reniegan de su pasado y de quien entonces les ayudó. Este último se convierte en un incómodo recuerdo.

Cabe la posibilidad de que siendo de los que ayudas a tus amigos, no sólo nadie te lo agradezca después sino que te conviertas en objeto de rencor.

5. La envidia limitante

Es el que no soporta al otro porque lo siente por encima de él. Y la sola contemplación de la persona de éxito genera en el envidioso un ardor desde el esófago hasta la boca del estómago difícil de controlar.

6. El rencor paralizante

El rencor, que tiene en el perdón un potente antídoto, es otra grave incidencia de esa última milla de las relaciones personales. No aporta nada a tus relaciones futuras el rencor por una situación pasada que quizás no fuiste capaz de leer correctamente.

No aporta nada a tus relaciones futuras el rencor por una situación pasada.

La última milla de las relaciones personales y/o profesionales se resuelve en el cuerpo a cuerpo, con la atención despierta, con espíritu de servicio y con una entrenada capacidad de agradecimiento que impida decepciones e ingratitudes.

La última milla de las relaciones personales y/o profesionales se resuelve en el cuerpo a cuerpo.


Anuncio publicitario