Me pedía hace unas semanas mi buen amigo Eduardo Lazcano que participara en un libro colectivo sobre el talento que estaba coordinando para Foxize School. Sobre la premisa de que la Transformación Digital cambia infinidad de parámetros (la forma en que se configuran las relaciones, la velocidad de las cosas, la gestión de la información, etc.), parece claro que el reto de este siglo está en la gestión del talento.
En los próximos años, lo que pueda hacer un algoritmo, no lo haremos ni tú ni yo. Nuestro valor profesional vendrá determinado por nuestra capacidad de aportar valor añadido diferencial y esto dependerá de cuáles y cómo sean nuestros talentos. Me pidió Eduardo un texto muy breve; este que a continuación reproduzco. Me gustó hacerlo jugando con la contraposición de términos y cerrando un decálogo:
TALENTO VS. TALENTO
Gestión vs. Digestión de la data: lo importante no es la gestión de los datos (Big Data), sino la digestión de los mismos, generando información derivada del análisis. El acceso a una información más abundante que nunca ya no supone ventaja competitiva.
Medición vs. Arte e intuición: los datos no son necesariamente predictores del futuro en entornos disruptivos. El futuro habrá que inventarlo proponiendo nuevos usos, aplicaciones, mercados, etc. Se requiere intuición alimentada de experiencia y conocimiento. La capacidad de sintonizar emocionalmente, dentro y fuera de la organización, se hace esencial.
Ideas vs. Capacidad de implementación: las ideas carecen de valor si no hay capacidad posterior de puesta en marcha.
Digital vs. Global: etiquetas como ‘digital’, ‘mobile’, etc. carecen de significado adicional. El profesional ya se desarrolla en red, priorizando éstas sobre jerarquías, así como transparencia sobre privacidad; tiene plenamente incorporados esos talentos digitales enfocados hacia un mundo global.
Juventud vs. Experiencia: la juventud asociada a la gestión de nuevas herramientas, asunción de lo digital, etc. dejará de ser un valor en sí misma. Capacidades tradicionalmente vinculadas (flexibilidad, adaptabilidad, etc.) han de ser transversales.
Planificación vs. Sorpresa: el talento priorizará capacitación sobre control, urgencia sobre planificación y adaptabilidad sobre eficiencia. El rápido se comerá al bueno.
Beneficio vs. Propósito: un talento honesto comprometido con sus valores y el entorno en el que actúa.
Seguridad vs. Humildad: el talento en crecimiento continuo, un talento en formación permanente en habilidades, conocimientos y herramientas. La pasión como catalizador.
Desintermediación vs. Intermediación invisible y eficiente: si bien el nuevo entorno seguirá siendo intermediado, lo será de manera más eficiente en la intermediación, menos visible y proporcionará mayores oportunidades para todos los implicados en la cadena de valor. Con la fugacidad que impone el cambio constante.
Remuneración tradicional vs. Remuneración por aportación de valor: el reto para las organizaciones será integrar perfiles de especialistas, donde éstos sean remunerados en función de su aportación de valor a proyectos concretos. El profesional con el logotipo de su empresa tatuado en el pecho dará paso al que demuestre capacidad para generar valor a un proyecto en un momento determinado.
Permítame el lector que estas teorías caduquen y sin poder adelantar en qué fecha. Sí que creo poder asegurar que lo único cierto será la incertidumbre.
Los modelos ya no se definen, se transitan.


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