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Cuando tengo la oportunidad de asomarme a las predicciones que hacen los más excepcionales gurús en sus diferentes campos de referencia, tras el análisis obligado sobre las reflexiones que les llevan a tal conclusión, últimamente tengo la sensación de detectar la trampa que encierran.
Predecir el futuro, aunque sea sobre bases científicas, biológicas, evolutivas, de tendencia social o cualquier otra, sigue siendo una apuesta poco arriesgada con distintos posibles resultados:.
1. El acierto en la predicción sobre las causas previstas: diste en el clavo.
2. El acierto en la predicción sin haber concurrido las causas previstas, sino otras: acertaste de pura casualidad.
3. El error en la predicción, a pesar de haber predicho correctamente alguna o todas las causas que habrían de producir el efecto esperado: acertaste en algunas cosas, pero finalmente con un resultado no esperado.
4. El error total en la predicción de causas y consecuencias: no diste ni una.
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Pero todas ellas tienen un punto en común: dan igual. Si se acierta, nadie se acordará de lo predicho. Si se yerra, nadie pedirá explicaciones al ‘gurú’.
Y llegados a este punto, me parece que lo díficil es predecir el presente: cuántas unidades de nuestro producto o servicio vamos a vender este mes (independientemente de que en el futuro estén nano-robotizados nuestros productos), por qué vía (independientemente de los dispositivos de distribución que habrán de venir), a quién (aunque en el futuro todos seamos biónicos) y por qué.
Y todo esto sin comprometer nuestro futuro, dándole la oportunidad de alimentar nuestro modelo de negocio, estimulando la innovación. Ah, y luego pagar las nóminas, los impuestos, aguantar un jefe o un empleado complicado y conseguir ser un padre o madre dignos de su prole.
Alejandro me contaba que los profesores del IESE, la mejor escuela de negocios de Europa, dedican su tiempo a partes casi iguales a la investigación, la docencia y la empresa. Y comentábamos que ese era quizás el gran valor de la institución. Sus profesores no son gurús, son profesionales que investigan, que transmiten y comparten conocimientos y que, además, se examinan todos los días en el campo de juego de la empresa. Prediciendo el presente, para descifrar el futuro.
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27 enero, 2011 at 16:24
Comentario sobre el ultimo párrafo.
Lo que aprende uno en la empresa no lo aprende en otro sitio. Tanto de lo bueno como de lo malo.
27 enero, 2011 at 16:31
Hola Pablo. Yo creo que la empresa es una gran escuela, pero no la única. Se puede aprender también mucho en otros ámbitos, si bien es cierto que esos conocimientos profesionales, donde finalmente han de ser puestos en práctica, es en la empresa.
La teoría no sirve si no se confirma con la práctica.