Frente a los atajos, hacks y una idea del desarrollo (personal y profesional) un tanto infantilizada, conviene recordar que la falta de retos perjudica incluso a los mejores.
«Sufrir es lo primero que se debe aprender, y lo que mayor necesidad se tendrá de saber», Jean-Jacques Rousseau.
¿Cómo rescatamos el valor del esfuerzo a la vez que identificamos que complicarse la vida no es un valor en sí mismo? El reto es saber elegir las batallas.
Apunta Sergio San Juan uno de los mayores errores a la hora de aprender: confundir la fluidez durante la práctica con el dominio.
El profesor de Psicología de la Universidad de California Robert Bjork acuñó el término de dificultades deseables, las que permiten construir aprendizajes más duraderos y flexibles. Las 3 dificultades deseables con mayor evidencia son: evocar, espaciar y mezclar.
1. No releas, evoca
En lugar de releer, explica con tus palabras lo que has leído sin mirar el texto. Tener que explicarlo con tus propias palabras, te obliga a entenderlo. Cuando evocas construyes aprendizajes profundos frente a la superficialidad de la relectura. Se lo oí hace mucho a Héctor Ruiz Martín.
2. No masifiques, espacia
Puedes dedicar 10 horas a un tema. Mejor una hora diaria durante 10 días que diez horas un día.
3. No repitas, relaciona conocimiento
Cuando resuelves una y otra vez el mismo problema te sientes cómodo, pero fluidez no implica dominio. Problemas relacionados te obligan a vincular unos conocimientos con otros.
Añadamos un hack:
4. Benefíciate de quien puedas aprender
Un mentor, un experto, un profesor, un sabio de quien puedas aprender o que estimule tu capacidad de hacerlo.
Evitando daños evitamos el crecimiento
Rousseau hablaba de sufrimiento. Escuchaba esto a Javier G. Recuenco esta semana:
«Nuestro problema es que hemos quitado un montón de sufrimiento de nuestro proceso de crecimiento, la vida se nos ha simplificado, y eso nos ha cortocircuitado los circuitos de aprendizaje. Nos hemos dado una serie de relatos complacientes con una visión de la humanidad con un cierto tinte bondadoso y nos hemos evitado el dolor y el sufrimiento de gestionar monstruos e hipócritas, gestionar la desaparición de los hombres de estado… Hemos limitado nuestra capacidad de gestionar los problemas reales. Hemos minimizado la aprehensión de la realidad y de lo que nos está ocurriendo. Y, de algún modo, eso nos ha inhabilitado la capacidad de reaccionar. Intentando evitar daño, hemos evitado crecimiento.»
Aquí hay un reto, ¿o no?


Deja un comentario