Os presento mi código de uso de Twitter en forma de decálogo. Advierto que seguirá vivo y podré reagrupar criterios para dar paso a nuevos:
1. Si me sigues, no te sigo necesariamente.
3. Si no te sigo, quizás también me intereses, pero otro usuario ocupa ‘tus temas’ de modo más brillante o eficiente. Todo esto no es más que fruto de una tara: me gusta leer todos los tuits de aquellos a los que sigo.
4. Si dejas de seguirme, ni me entero. Creo que las herramientas para saber quién deja de seguirte en Twitter, además de mostrar una obsesión, pueden convertirte en un repartidor de tuits inodoros, incoloros e insípidos.
5. Borro mis tuits si me da la gana, aunque generalmente con estos criterios.
6. Me encanta tuitear sobre las marcas y empresas que lo hacen bien. Y sí, a veces también me quejo. Pero me impongo un ratio de 3 a 1. No hablo mal de una marca si antes no lo hice bien de tres.
7. Si intentas hacerme sentir mal por no seguirte, comienzo a hacerlo de inmediato, pero te silencio. Y todos contentos; sobre todo, tú.
8. Casi nunca bloqueo a nadie, ni siquiera a los imbéciles trolls, salvo que los haya reportado como spam. Si ves que te he bloqueado y no hiciste spam, da por hecho que le di con el dedo donde no pretendía.
Pero hay alguna excepción, perfiles que sí bloqueo:
- los bots o seguidores falsos, cuyo único fin es el de inflar una cuenta y crear una falsa comunidad de seguidores. El motivo es colaborar con la limpieza de Twitter.
- esos perfiles que son capaces de sacar lo peor de los peores. Son esos usuarios de Twitter que arrastran hordas de insultadores, trolls, etc. El motivo es evitar que tras un retuit o mención pública que te exponga a estos seguidores, tu cuenta sea inundada de menciones que la hagan inmanejable durante horas. He de decir que aún no he bloqueado nunca a nadie por este motivo.
9. Me encanta que me bloqueen los imbéciles según quién. Suelen hacerlo ante falta de argumentos. En cambio, me da pena que lo hayan hecho perfiles tan interesantes como Juan Antonio Giner o Bufete Almeida. Estos, o también han presionado con el dedo (o con el ratón, cada cual con sus habilidades) donde no pretendían o tienen otro código.
10. No contesto en una conversación a un perfil sin nombre y apellido, salvo que:
a. no me haya dado cuenta de que hablo con un huevo
b. tras ese avatar anónimo yo conozca a la persona
c. me lo esté pasando en grande
Mis grandes temas en Twitter son: la libertad del individuo y la transformación digital. Sígueme si te interesa, no esperes que yo necesariamente lo haga, deja de hacerlo cuando tú quieras, bloquéame cuando desees, conversa conmigo si te apetece…
No olvides que todos tenemos el TL que nos merecemos.
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13 mayo, 2015 at 18:27
Me ha gustado, no coincido en todos los puntos, pero me parece muy acertado… Alguno me lo voy a aplicar.
13 mayo, 2015 at 18:28
Anímate, José Luis, a decirme en cuáles no coincides. O cuáles faltan. No tenemos por qué coincidir, pero seguro que aprendo algo. Un abrazo y gracias por leerme.
13 mayo, 2015 at 18:52
La principal discrepancia es que en tu decálogo me faltan las listas, creo que son las grandes desconocidas de Twitter.
Evidentemente tú sigues a un número relativamente pequeño de personas y puedes conseguir no perderte nada de lo que dicen, pero si sigues a más gente (no por devolverles el que te sigan a ti) sino porque puntualmente te interesen algunos de sus “tuits” creo que las listas se convierten en algo imprescindible.
Yo sigo a mucha gente, pero prácticamente cada uno de ellos está incluido en una lista (unas públicas y otras privadas porque a lo mejor no me interesa que sepan en que grupo les meto) Cuando entro en Twitter me voy a las listas y así los temas están “más fijados”.
A ti, por ejemplo recuerdo que comencé a seguirte por tus conversaciones con Borja Adsuara, si no os tenía a los dos me perdía cosas que me parecían interesantes 🙂 y de vez en cuando me he metido por medio 😉
13 mayo, 2015 at 18:54
Pues ahí le has dado, yo no utilizo las listas, pero sin duda tienen utilidad si sigues a mucha gente en áreas de interés muy diferenciadas. Un saludo.