No entendía todo el trajín que en mi timeline se traían mis «seguidos» en Twitter con el tema de los dongles. Ahora lo entiendo. Lo cuenta magistralmente Alberto G. Luna en su artículo ‘El riesgo de Twitter: una broma sexual concluye en dos despidos‘ en Teknautas.
Durante una conferencia de desarrolladores de PyCon, un desarrollador que trabajaba para la ‘startup’ Playhaven hizo un chiste de índole sexual a otro compañero que estaba a su lado. El chiste fue sobre dos términos tremendamente técnicos: dongle y fork. Una mujer sentada delante (Adria Richards) escuchó la broma y se sintió ofendida. Se giró, les tomó una fotografía, publicó un ‘post’ en su blog personal, envió un mensaje al contacto de la página oficial de PyCon y un tuit denunciando lo sucedido y con el hashtag #pycon. Adria Richards, trabajaba para la empresa SendGrid. Richards se manifestó en contra de la discriminación hacia las mujeres en estas conferencias: «¿Alguna vez has tenido un grupo de hombres sentados detrás de ti haciendo bromas que te han hecho sentir incómoda? Bueno, pues eso es lo que me ha sucedido a mi en la conferencia PyCon».
La reacción en la conferencia fue inmediata. Al añadir el ‘hashtag’ #pycon los dos aludidos fueron instados a abanadonar el congreso. Pero no acabó ahí la cosa. La primera consecuencia fuera de la conferencia de desarrolladores fue el despido inmediato por parte de la empresa PlayHaven de uno de los aludidos por Adria Richards. El CEO de su compañía (PlayHaven) explicó: «PlayHaven contaba en sus filas con un empleado que se identificó como el que hizo los comentarios inapropiados en PyCon. Como una compañía que se dedica a la igualdad de género y apuesta por valores como un comportamiento honorable, llevamos a cabo una investigación a fondo. El resultado nos obligó a tener que dejar de contar con sus servicios».
El desarrollador despedido pidió disculpas, pero escribió en Hacker News: «Hola, soy el tipo que hizo un comentario sobre ‘dongles’ grandes. En primer lugar me gustaría decir que lo siento. Realmente no fue mi intención ofender a nadie. Lamento el comentario y cómo hice sentir a Adria». «Sin embargo, existe otra cara en toda esta historia. Adria tiene una gran audiencia en internet y es una persona de relevancia en los medios de comunicación. Sólo es necesario echar un vistazo a su página web, vinculada en su cuenta de Twitter. Ese gran poder requiere tener cierta responsabilidad. Como resultado de su fotografía hoy estoy sin trabajo. Un empleo que me gustaba y que además necesitaba porque tengo tres hijos. Ella no me avisó en ningún momento. Sonrió mientras tomaba la fotografía y sellaba mi destino. Que esto sirva como un mensaje para todo el mundo. Nuestras acciones y palabras pueden tener un impacto muy grave», añadió.
Tras estas palabras del exempleado de PlayHaven Adria Richards comenzó a recibir cientos de comentarios negativos e insultos por distintas redes sociales. Anonymous amenazó con un ataque DDoS si su empresa SendGrid no la despedía. Hasta que lo hicieron: «A la luz de los hechos ocurridos en las últimas 48 horas, ha quedado claro que las acciones de Adria Richards han dividido de manera drástica a la comunidad de desarrolladores, cuando su función dentro de esta compañía era justo la contraria. Como resultado, no puede seguir trabajando para SendGrid”, comunicó la compañía.
En resumen: un chiste, una persona ofendida, un uso de las redes de altísima repercusión, despido del denunciado, respuesta masiva en las redes sociales y despido de la denunciante.
¿Es esto una anécdota o hay muchas otras lecciones que extraer? Yo tengo algunas preguntas:
– ¿Debemos hacer comentarios en las redes sociales comprometedores para un tercero que resulte claramente identificado en la comunicación?
– ¿Debe tratarse igual un hecho público de una persona de interés social que un comentario privado entre dos personas sin este interés?
– ¿Es ético alimentar polémicas que incluyan a terceros con la finalidad de incrementar nuestra relevancia en las redes?
– ¿Es ético reforzar nuestra línea editorial contraponiéndola a la de terceros no implicados en ella?
– ¿Es menor la responsabilidad penal y/o ética de un particular en el uso de las redes que de un medio de comunicación?
Sigamos aprendiendo de las redes sociales y del uso que hacemos de ellas. De sus oportunidades, sus riesgos y sus efectos. Adria Richards está en ello.
Mientras tanto, apliquémonos el consejo:
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– El caso Carlota Sacristán (su jefe se burla porque tiene sólo 2 seguidores en Twitter)
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Follow @jorgesegado
26 marzo, 2013 at 20:32
Es una situación exagerada, histriónica.
Creo que situaciones de estas hay mil cada día, aunque sean con un «altavoz» más pequeño.
Por un lado no nos damos cuenta del daño que podemos hacer con pequeños comentarios dañinos que, a parte de la relevancia del momento, no nos aportan nada.
Por otro lado cómo exageramos toda conducta de la que podríamos ser protagonistas cualquiera de nosotros (tanto de la del comentario torpe como la del denunciante exagerado).
Gracias Jorge por hacerme reflexionar… de nuevo.
26 marzo, 2013 at 21:25
Todo es quizás exagerado… Y por ello, muy didáctico.
2 abril, 2013 at 0:11
Acabo de leer una frase atribuida a Quino aunque, como decía Abraham Lincoln, el mayor problema de internet es que resulta difícil contrastar las fuentes. La frase en cuestión era: «No es necesario decir todo lo que se piensa. Lo que sí es necesario es pensar todo lo que se dice». Creo que viene al pelo. Gracias por el post, Sr. Segado, como siempre, interesantes reflexiones sobre la (in)comunicación.
2 abril, 2013 at 0:15
Brillante, Pepe. Por algún motivo, parece que las redes nos impiden pensar antes de hablar. Creo que nos puede la obsesión por la inmediatez y cierto exhibicionismo. Un abrazo.
2 abril, 2013 at 18:38
Hola, Jorge. Han pasado ya unos días desde el «incidente» y no parece que haya sacudido a ninguna conciencia digital. Tal vez lo hubiera hecho si sólo se hubiera contabilizado el primer despido, pero como llegó luego el de Adria Richards, la «delatora», creo que la percepción es que el asunto se ha resuelto por sí mismo. Que ha habido justicia. Y ante esa sensación, la gente, en general, no se moviliza, ni siquiera con el pensamiento.
Posiblemente no habría habido caso sin foto. Fue la imagen la que hizo de dedo acusador, y ahí creo que estuvo el límite que traspasó, sin deber, Adria Richards. Discrepo también de su hipersensibilidad hacia un comentario ajeno y privado que no iba ni siquiera dirigido a ella. Por lo tanto, mucho menos considero que debiera tuitearse ni hacerse público a través de otras redes sociales.
Estoy de acuerdo contigo, Jorge, en que hay bastante dosis de exhibicionismo en su comportamiento. Llevo apenas un año en Twitter, pero encuentro bastante histrionismo en algunos perfiles. La obsesión por el retuit puede llegar a ser enfermiza y perjudicar gravemente la salud… económica, como le ha sucedido a Adria Richard y, lamentablemente, al desarrollador que se ha quedado sin trabajo.
Pero voy más allá. ¿Es lícito despedir a alguien por un comentario en algunas de sus cuentas personales? Tengo muchas dudas a este respecto.
Como siempre, gracias por hacernos pensar con tus post.
Un abrazo.
2 abril, 2013 at 18:45
Terry, es muy interesante todo lo que dices. Propongo algunas preguntas adicionales, por enriquecer el debate:
– ¿Y si el comentario, en vez de ser de índole sexual hubiera sido racista?
– ¿Un comentario de índole sexual es necesariamente discriminatorio?
– ¿Ha de ser diferente nuestra reacción ante un comentario discriminatorio y ante un comentario simplemente soez?
El caso da para mucho…
2 abril, 2013 at 23:59
Hola, Jorge. Con respecto a las nuevas cuestiones que planteas, creo que es importante diferenciar entre los dos tipos de comentarios.
Un comentario sexista o de contenido sexual puede ser vejatorio o de mal gusto, según las distintas sensibilidades, pero un comentario racista puede ser constitutivo de delito.
Otra cosa es que el comentario se exprese totalmente en privado, como ocurrió en el asunto que nos ocupa; entonces si no hay publicidad de por medio, allá cada cual con su moral y su forma de estar en el mundo.
Pero si ese comentario racista se expresa públicamente, entiendo que la empresa tiene derecho a intervenir, como sucedió en el caso de John Galliano.
Con respecto a tu segunda pregunta, no tiene por qué. De hecho, lo que molestó a Adria Richards no es para nada discriminatorio, sino más bien una broma de adolescente con las hormonas a flor de piel. Creo que, a ciertas edades, deberíamos estar por encima de esas cosas, también cuando las oímos.
Y en relación a tu tercer interrogante, como los valores de la colectividad son tan variables, tal vez lo mejor sea regirse por el Código Penal. Si es solo soez, allá el que se «retrate» haciéndolo; si es gravemente discriminatorio, ahí están los tribunales, para dar cobertura también a lo que pasa en el mundo digital.
En todo caso, sigo pensando que las redes sociales no se pueden convertir en el chivato o el delator de lo que sucede en cada esquina en el ámbito privado. Sería pervertir su gran utilidad.
Un abrazo.
3 abril, 2013 at 0:18
Esta discusión sobre el uso de las redes sociales hay que acompañarla de un café… 😉
5 abril, 2013 at 6:19
Privacidad, divino tesoro… cada vez más escaso y menos valorado por el individuo y por la sociedad. ¿Adónde vamos a llegar con el «gran hermano» orwelliano en que nos hemos convertido todos? ¿Quién es nadie para sacar la antena parabólica en una conversación ajena y privada, publicarla en una red social, sacar una foto a sus partícipes y denunciarlos ante su empresa? Toda esta situación me entristece profundamente y me indigna a un tiempo. No por las consecuencias, terribles para los despedidos en un entorno laboral tan complicado e inestable como el actual, sino por el hecho en sí. Lo considero una aberración, una intromisión intolerable e ilícita en la privacidad del individuo. No entro a valorar el chiste sexista ni a juzgar el grado de madurez del que lo hace y del que le ríe la gracia. Me hubiera dado igual que el comentario hubiera sido racista o que hubieran estado hablando del partido de fútbol del domingo. Lo hacían de tú a tú en una conversación privada y eso me basta. Cada vez veo más cerca 1984. La sola idea me aterra.
Aprovecho para mandaros un saludo a todos. A Jorge, que me recuerda a algún profesor de mi colegio que nos hacía plantearnos continuamente temas de todo tipo – en apariencia triviales- invitándonos a sumergirnos con botella en nuestra propia cabeza para pensar, razonar y llegar a conclusiones que nunca hubiéramos adivinado en un principio. A Pep, a quien conocí el otro día en una cata de whiskey y sigo conociendo en este blog a través de sus comentarios. A Terry, a quien no conozco y saludo desde aquí, participándole que me encanta cómo escribe y que leí su post sobre Paco Paco -al que accedí por un tuit de Jorge- que me enterneció profundamente.
Es siempre un placer compartir foro con vosotros.
5 abril, 2013 at 8:21
Hola Patricia,
El tema que apuntas, previo al del uso de las redes sociales, es vital: se trataba de una conversación privada.
Estoy de acuerdo contigo en tu pregunta (retórica): ¿quién es nadie para sacar la antena en una conversación en la que no participa, y por si fuera poco, sacar fotografías y difundirla?
Para entender si Adria Richards se pasó de frenada o no con este tema, este asunto es vital. Y sí, yo creo que claramente lo hizo.
Por cierto, con qué elegancia escribes whiskey desde entonces 😉
Un abrazo fuerte.
7 abril, 2013 at 23:17
Muchas gracias por tus comentarios, Patricia. Es una suerte poder contar con espacios como el Blog de Jorge, que nos hacen pararnos a pensar (y mucho). Además, a mí me enriquecen muchísimo aportaciones como las tuyas.
Con respecto a mi post, te agradezco de verdad que lo leyeras y me alegra profundamente haber podido llegar a otra gente con un sentimiento tan personal.
Espero que podamos conocernos pronto. Un fuerte abrazo,
Terry
8 abril, 2013 at 10:40
Sí, sí, todo fenomenal, pero yo no me llamo Pep. 😉
8 abril, 2013 at 11:41
Perdóname, Peep. La falta de costumbre… No volverá a ocurrir. 😀
8 abril, 2013 at 12:33
Me encanta este blog, jajaja
7 mayo, 2013 at 13:00
El riesgo de las redes sociales para las empresas, para las personas… Qué importante conocer el uso de las redes sociales para evitar riesgos. Y como para tantas otras cosas: no olvidemos el sentido común.
8 mayo, 2013 at 11:08
Me gusta mucho el titular de este post: porque habla de riesgos y responsabilidades en las redes sociales. Sobre todo de responsabilidades, que es lo que olvidó aplicarse la protagonista de la historia. Las redes sociales no han de ser ajenas a ello.